La Soberanía de Dios

Y

La Responsabilidad del Hombre

 

 

 

 

 

Al estudiar el tema relacionado con la soberanía de Dios y la responsabilidad del hombre (respecto a la salvación), es importante tener una posición bíblica equilibrada. Muchos han errado al enfatizar un lado de la verdad, descuidando el otro lado. El péndulo oscila a extremos ridículos, pasando por alto la verdad que está en algún lugar entre ambos. En este estudio nuestro deseo es dejar que las Escrituras hablen por sí mismas y examinar ambos lados del asunto.

 

La Palabra de Dios enseña claramente tanto la soberanía de Dios como la responsabilidad del hombre. A veces estas verdades parecen ser irreconciliables para nuestras diminutas y limitadas mentes. No podemos entender cómo ambas pueden ser verdad. Dios no nos ha dicho que tenemos que entender plenamente estas cosas; sin embargo, tenemos que inclinarnos humildemente ante la autoridad de Su Palabra y creer lo que Dios ha revelado, aunque no podamos comprenderlas bien. La soberanía divina y la responsabilidad humana son como las líneas del tren. Cuando las miramos, parecen ser paralelas y no podemos ver cómo podrían unirse, pero cuando las miramos a mucha distancia en el horizonte, se tocan. Así es con estas verdades que Dios nos revela. Nosotros tenemos problemas para ver cómo se juntan, pero en la mente de Dios no hay problema alguno.

 

Se produce un problema cuando los hombres enfatizan una verdad en desmedro de la otra. La verdad de Dios debe mantenerse en un cuidadoso equilibrio y no debemos ir en dirección a ninguno de los extremos. La responsabilidad del hombre no debe ser sobre enfatizada en desmedro de la soberanía de Dios y la soberanía de Dios no debe ser sobre enfatizada en desmedro de la responsabilidad del hombre. Ambas cosas están reveladas claramente en las páginas de las Escrituras y ambas tienen que ser creídas y aceptadas como la verdad de Dios.

 

El Dr. Harry Ironside dio la ilustración de un pecador que viene a la puerta de la salvación (Juan 10:9). Sobre la puerta hay un letrero que dice, “El que quiera, tome del agua de la vida gratuitamente” (Apocalipsis 22:17). El pecador responde a esta generosa invitación, confía en Cristo y es salvo gloriosamente. Ahora se vuelve y mira hacia la puerta por la que acaba de entrar. El ve sobre la puerta otro letrero que dice, “Escogido en Él antes de la fundación del mundo” (Efesios 1:4). Ambas cosas son verdad. Ambas son enseñadas en la Biblia. Ambas deben ser creídas.

 

El señor Robert Anderson, en el prefacio de su libro Forgotten Truths (Verdades Olvidadas), dijo esto: “Durante lo primeros años de mi vida cristiana me sentía perplejo y angustiado por la suposición de que las sencillas y llanas palabras de las Escrituras, como Juan 3:16; 1 Juan 2:2, 1 Timoteo 2:6, no eran verdad, salvo en un sentido misterioso que solo los iniciados entienden. Porque, se me había dicho, que la verdad más importante de la soberanía divina en la elección impedía tomarlas literalmente. Pero hace medio siglo un amigo de aquellos días- el finado Dr. Horatius Bonar- me libró de ese extrañamente prevaleciente error. Me enseñó que hay verdades que nos pueden parecer irreconciliables porque nuestras mentes finitas no pueden entender al Infinito; nunca debemos permitir que nuestra defectuosa comprensión de los eternos consejos de Dios sean un obstáculo para nuestra incuestionable fe en las palabras de las Sagradas Escrituras.”

 

En este estudio dejaremos que la Biblia hable por sí misma, presentando ambos lados de la materia. Consideraremos ciertos asuntos relacionados con la soberanía de Dios y la responsabilidad del hombre:

 

 

 

LA SOBERANÍA DE DIOS

(Dios tiene que salvar)

 

LA RESPONSABILIDAD DEL HOMBRE

(el hombre tiene que creer)

 

Los que son salvos, se lo pueden agradecer solo a Dios

 

Los que se pierden, solo se pueden culpar a sí mismos

 

“Tu pueblo se te ofrecerá voluntariamente en el día de Tu poder” (Salmo 110:3)

 

 

“Abre tu boca, y yo la llenaré. Pero Mi pueblo no oyó Mi voz, e Israel no me quiso a Mí. Los dejé, por tanto, a la dureza de su corazón; caminaron en sus propios consejos. ¡Oh, si me hubiera oído Mi pueblo, si en Mis caminos hubiera andado Israel! (Salmo 81:10-13).

 

“Y dará a luz un hijo, y llamarás su nombre Jesús, porque ÉL salvará a Su pueblo de sus pecados” (Mateo 1:21)

 

“No temáis; porque he aquí os doy nuevas de gran gozo, que será para todo el pueblo: que os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un Salvador, que es Cristo el Señor” (Lucas 2:10-11).

 

“Todas las cosas me fueron entregadas por mi Padre; y nadie conoce al Hijo, sino el Padre, ni al Padre conoce alguno, sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo lo quiera revelar” (Mateo 11:27)

 

“Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar” (Mateo 11:28).

 

“Respondiendo Simón Pedro, dijo: “Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente. Entonces le respondió  Jesús: Bienaventurado eres, Simón, hijo de Jonás, porque no te lo reveló carne ni sangre, sino mi Padre que está en los cielos” (Mateo 16:16-17).

 

“Por eso os dije que moriréis en vuestros pecados; porque si no creéis que yo soy, en vuestros pecados moriréis” (Juan 8:24).

 

“Mas por causa de los escogidos, aquellos días serán acortados” (Mateo 24:22).

 

“¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas, y apedreas a los que te son enviados! ¡Cuántas veces quise juntar a tus hijos, como la gallina junta a sus polluelos debajo de las alas, y no quisiste! (Mateo 23:37).

 

“No me elegisteis vosotros a mí, sino que yo os elegí a vosotros” (Juan 15:16).

 

“Y les dijo: Venid en pos de mí, y os haré pescadores de hombres. Ellos entonces, dejando al instante las redes, le siguieron” (Mateo 4:19-20).

 

“Porque como el Padre levanta a los muertos, y les da vida, así también el Hijo a los que quiere da vida” (Juan 5:21).

 

“De cierto, de cierto os digo: El que oye mi palabra, y cree al que me envió, tiene vida eterna; y no vendrá a condenación, mas ha pasado de muerte a vida” Juan 5:24).

 

“Todo lo que el Padre me da, vendrá a mí…”(Juan 6:37a)

[Todo lo que el Padre me da”—ver Juan 6:37,39; 17:2,6, 9, 11, 12,24].

 

“…y al que a mí viene, no le echo fuera” (Juan 6:37b).

 

“Ninguno puede venir a mí, si el Padre que me envió no le trajere; y yo le resucitaré en el día postrero. Escrito está en los profetas: Y serán todos enseñados por Dios. Así que, todo aquel que oyó al Padre, y aprendió de Él, viene a mí. ..Por eso os he dicho que ninguno puede venir a mí, si no le fuere dado del Padre” (Juan 6:44,45,65).

 

“Jesús les dijo: Yo soy el pan de vida; el que viene a mí, nunca tendrá hambre; y el que en mi cree, no tendrá sed jamás” (Juan 6:35).

 

“Y no queréis venir a mí para que tengáis vida” (Juan 5:40). [Dios quería darles VIDA; ellos no querían venir a Cristo].

 

“Porque para vosotros es la promesa, y para vuestros hijos, y para todos los que están lejos; para cuantos el Señor nuestro Dios llamare” (Hechos 2:39).

 

“Y el Señor añadía cada día a la iglesia los que habían de ser salvos” (Hechos 2:47).

 

“Varones hermanos, ¿qué haremos? Pedro les dijo: Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados” (Hechos 2:37-38).

 

“Sed salvos de esta perversa generación” (Hechos 2:40).

 

 

 

 

“Y creyeron todos los que estaban ordenados para vida eterna” (Hechos 13:48).

 

“Sabed, pues, esto, varones hermanos: que por medio de Él se os anuncia perdón de pecados, y que de todo aquello de que por la ley de Moisés no pudisteis ser justificados, en Él es justificado todo aquel que cree” (Hechos 13:38-39).

 

“Lidia…y el Señor abrió el corazón de ella para que estuviese atenta a lo que Pablo decía” (Hechos 16:14).

 

“Y sacándoles, les dijo: Señores, ¿qué debo hacer para ser salvo? Ellos le dijeron: Cree en el Señor Jesucristo y serás salvo” (Hechos 16:30-31).

 

“No hay quien busque a Dios” (Romanos 3:11).

 

“Para que busquen a Dios, si en alguna manera, palpando, puedan hallarle, aunque ciertamente no está lejos de cada uno de nosotros…Dios es galardonador de los que le buscan” (Hechos 17:27; Hebreos 11:6).

 

“…(los que) por la gracia” (Hechos 18;27a)

 

“…habían creído” (Hechos 18:27b).

 

“Y a los que predestinó, a éstos también llamó; y a los que llamó, a éstos también justificó; y a los que justificó, a éstos también glorificó” (Romanos 8:30).

 

“La justicia de Dios por medio de la fe en Jesucristo, para todos los que creen en Él…Mas al que no obra, sino cree en aquel  que justifica al impío, su fe le es contada por justicia” (Romanos 3:22; 4:5).

 

“Pues los hijos no habían aún nacido, ni habían hecho aún ni bien ni mal, para que el propósito de Dios conforme a la elección permaneciese, no por las obras sino por el que llama…Tendré misericordia del que yo tenga misericordia, y me compadeceré del que yo me compadezca. Así que no depende del que quiere, ni del que corre, sino de Dios que tiene misericordia…De manera que de quien quiere, tiene misericordia, y al que quiere endurecer, endurece” (Romanos 9:11,15-16,18).

 

“El que creyere en Él, no será avergonzado… Que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo…Todo aquel que en Él creyere, no será avergonzado. Porque no hay diferencia entre judío y griego, pues el mismo que es Señor de todos, es rico para con todos los que le invocan; porque todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo…Pero acerca de Israel dice: Todo el día extendí mis manos a un pueblo rebelde y contradictor” (Romanos 9:33; 10:9; 11-13; 17; 21).

 

“Según nos escogió en Él antes de la fundación del mundo…Habiéndonos predestinado para ser adoptados hijos suyos por medio de Jesucristo, según el puro afecto de Su voluntad” (Efesios 1:4-5).

 

“A fin de que seamos para alabanza de Su gloria, nosotros los que primeramente esperábamos en Cristo. En Él también vosotros, habiendo oído la palabra de verdad, el evangelio de vuestra salvación, y habiendo creído en Él, fuisteis sellados con el Espíritu Santo de la promesa” (Efesios 1:12-13).

 

“Porque por gracia sois salvos…

 

por medio de la fe” (Efesios 2:8).

 

“Pero nosotros debemos dar siempre gracias a Dios respecto a vosotros, hermanos amados por el Señor, de que Dios os haya escogido desde el principio para salvación, mediante la santificación por el Espíritu y la fe en la verdad, a lo cual os llamó mediante nuestro evangelio, para alcanzar la gloria de nuestro Señor Jesucristo” (2 Ts. 2:13-14)

 

“Y con todo engaño de iniquidad para los que se pierden, por cuanto no recibieron el amor de la verdad para ser salvos…a fin de que sean condenados todos los que no creyeron a la verdad, sino que se complacieron en la injusticia” (2 Ts. 2:10, 12).

 

“Quien nos salvó y llamó con llamamiento santo, no conforme a nuestras obras, sino según el propósito Suyo y la gracia que nos fue dada en Cristo Jesús antes de los tiempos de los siglos” (2 Timoteo 1:9).

 

“Porque esto es bueno y agradable delante de Dios nuestro Salvador, el cual quiere que todos los hombres sean salvos y vengan al conocimiento de la verdad…porque esperamos en el Dios viviente, que es el Salvador de todos los hombres, mayormente de los que creen” (1 Timoteo 2:3-4; 4:10).

 

“Elegidos según la presciencia de Dios Padre en santificación del Espíritu, para obedecer y ser rociados con la sangre de Jesucristo” (1 Pedro 1:2).

 

“Y mediante el cual creéis en Dios, quien le resucitó de los muertos y le ha dado gloria, para que vuestra fe y esperanza sean en Dios. Habiendo purificado vuestras almas por la obediencia a la verdad, mediante el Espíritu, para el amor fraternal no fingido, amaos unos a otros entrañablemente, de corazón puro” (1 Pedro 1:21-22).

 

“Y los que están con Él son llamados y elegidos y fieles” (Apocalipsis 17:14).

 

“Y el Espíritu y la Esposa dicen: Ven. Y el que oye, diga: Ven. Y el que tiene sed, venga; y el que quiera, tome del agua de la vida gratuitamente” (Apocalipsis 22:17).

 

 

Los que son salvos, se lo pueden agradecer solo a Dios; los que se pierden, solo pueden culparse a sí

mismos. Dios recibe todo el crédito por la salvación del hombre; el inconverso tiene que asumir toda la culpa y la responsabilidad por su condenación eterna. La persona salva dice con gratitud, “Estoy en el cielo por causa de Dios.” La persona perdida tiene que decir honestamente, “Estoy en el infierno por culpa mía.” Los que están condenados nunca podrán culpar a Dios o decir, “Estoy condenado porque Dios no me escogió.” Su condenación no se basa en que Dios los rechazó a ellos, sino en que ellos rechazaron a Dios: “El que no creyere será condenado” (Marcos 16:16). “A fin de que sean condenados todos los que no creyeron a la verdad, sino se complacieron en la injusticia” (2 Tesalonicenses 2:12 y comparar con el v.10). “Y no queréis venir a mi para que tengáis vida” (Juan 5:40).

 

El hombre no contribuye a su propia salvación. Esa es obra de Dios, “no por obras para que nadie se gloríe” (Efesios 2:8-9). Dios no contribuye a la incredulidad del hombre. Esa es obra del hombre. Es Dios quien salva. El hombre tiene que creer. Dios tiene que recibir toda la gloria y todo el crédito: “A fin de que nadie se jacte en Su presencia…Para que, como está escrito: El que se gloría, gloríese en el Señor” (1 Corintios 1:29,31). El incrédulo tiene que asumir la culpa. El creyente salvado por gracia puede cantar con gratitud, “A Dios sea la gloria, grandes cosas ÉL ha hecho.”

 

 

¿Quieres saber realmente que eres uno de los elegidos de Dios? Entonces ven como un pobre pecador y acepta Su invitación, porque ÉL dice, “Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados” (Mateo 11:28). Si haces eso, eres uno de los escogidos de Dios. Recuerda, la elección es asunto de Dios, déjalo en Sus manos. Creer es asunto TUYO; hazlo y Dios no fallará. Jesús unió ambos en un versículo: “Todo lo que el Padre me da, vendrá a mí”. Nótese ahora el resto del versículo: “Y al que a mí viene, no le echo fuera” (Juan 6:37). Esa es TU parte. Si vienes, puedes estar seguro que fue la obra de Dios Mismo lo que te motivó.-- Dr. M.R. DeHaan (de Nuestro Pan Diario).

 

Busqué al Señor y después supe que Él me motivó a buscarlo-al buscarme a mí;

No es que yo te encontrara, oh Salvador; Tú me encontraste a mí. Anónimo

 

 

 

Ejemplos de Hombres Malvados Cumpliendo el Plan de Dios

 

 

LA SOBERANÍA DE DIOS

 

LA RESPONSABILIDAD DEL HOMBRE

 

 

 

“Porque para preservación de vida me envió Dios…Dios me envió delante de vosotros…para daros vida (Génesis 45:5,7)

 

“Yo soy José vuestro hermano, el que vendisteis para Egipto… me vendieron acá” (Génesis 45:4-5)

 

 

…mas Dios lo encaminó a bien, para hacer lo que vemos hoy, para mantener en vida a mucho pueblo” (Génesis 50:20)

 

“Vosotros pensasteis mal contra mí…

 

“A la verdad el Hijo del Hombre va, según lo que está determinado…

 

 

…pero ¡ay de aquel hombre por quien es entregado!” (Lucas 22:22).

 

“A éste, entregado por el determinado consejo y anticipado conocimiento de Dios..

 

 

…prendisteis y matasteis por manos de inicuos, crucificándole” (Hechos 2:23).

 

 

 

 

 

 

 

 

“Pero Dios ha cumplido así lo que había antes anunciado por boca de todos sus profetas, que Su Cristo había de padecer” (Hechos 3:18).

 

…Su Hijo Jesús, a quien vosotros entregasteis y negasteis delante de Pilato, cuando éste había resuelto ponerle en libertad. Mas vosotros negasteis al Santo y al Justo, y pedisteis que se os diese un homicida, y matasteis al Autor de la vida”

(Hechos 3:13-15).

 

 

 

 

 

 

 

“Para hacer cuanto tu mano y tu consejo habían antes determinado que sucediera” (Hechos 4:28).

 

“Se reunieron los reyes de la tierra, y los príncipes se juntaron en uno contra el Señor, y contra Su Cristo. Porque verdaderamente se unieron en esta ciudad contra tu santo Hijo Jesús, a quien ungiste, Herodes y Poncio Pilato, con los gentiles y el pueblo de Israel” (Hechos 4:26-27).

 

 

“Para ilustrar la presunción y el feo exclusivismo de algunos calvinistas extremos, lo siguiente es un verso de un antiguo himno bautista:

 

Somos los pocos escogidos del Señor. Que todos los demás sean condenados;

Hay suficiente lugar en el infierno para ustedes; no queremos un cielo atestado.

 

                                              (Citado por Robert Summer en The Biblical Evangelist).

 

 

 

¿REPROBACIÓN?

 

 

La Elección (Dios escogiendo desde el principio a algunos para salvación) es enseñada en la Biblia

 

La Reprobación (Dios escogiendo desde el principio a algunos para la condenación) no es enseñada en la Biblia

 

“Dios os ha escogido desde el principio para salvación” (2 Tesalonicenses 2:13).

 

 La Biblia no enseña que Dios haya escogido desde el principio a algunos para condenación. ¿Por qué se condena la gente? ¿Porque no ha sido escogida? No, este mismo pasaje de 2 Tesalonicenses dice que perecen “porque no recibieron el amor de la verdad.” Ellos perecen porque  “no creyeron a la verdad, sino que se complacieron en la injusticia” (2 Ts.2:10,12)

 

“Entonces el Rey dirá a los de su derecha: Venid, benditos de mi Padre, heredad el reino preparado para vosotros (por Dios)  desde la fundación del mundo (Mt.25:34)

 

Nota: Después de leer el v.34 esperaríamos que el v. 40 dijera: “Apartaos de mí, malditos, al lago de fuego preparado (por Dios) para vosotros desde la fundación del mundo.” Pero la Biblia no dice eso. En cambio leemos: “Entonces también dirá a los de la izquierda: Apartaos de mí, malditos, al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles” (Mateo 25:41).

 

“Y para hacer notorias la riquezas de su gloria, las mostró para con los vasos de misericordia que Él preparó de antemano para gloria” (Romanos 9:23).

 

Nota: Basados en el v.23 esperaríamos que el v.22 dijera: “Los vasos de ira que Dios ha preparado de antemano para destrucción.”

Pero la Biblia no dice eso. En cambio dice: “¿Y qué, si Dios, queriendo mostrar Su ira y hacer notorio Su poder, soportó con mucha paciencia los vasos de ira preparados para destrucción?” (Romanos 9:22). [No dice que Dios preparó es esta gente para destrucción].

 

Lo siguiente fue escrito por C.H.M.

 

ÉL, bendito sea Su Nombre, no se ha encerrado dentro de los estrechos límites de alguna escuela doctrinal, alta, baja o moderada. ÉL se ha revelado a Sí Mismo. ÉL ha dado a conocer los secretos profundos y preciosos de Su corazón. ÉL ha expuesto Sus eternos consejos en cuanto a la Iglesia, a Israel, a  los Gentiles y a la vasta creación. El hombre bien puede tratar tanto de encerrar el océano en baldes, como encerrar el amplio alcance de la revelación divina dentro de los débiles cercos de los sistemas doctrinales humanos. No puede hacerse y tampoco debe tratar de hacerse. Es mucho mejor dejar de lado los sistemas teológicos y las escuelas de divinidad, y venir como niño a las eternas fuentes de la Sagradas Escrituras, y beber allí las vivas enseñanzas del Espíritu de Dios.

 

Nada es más dañino para la verdad de Dios, más agotador para el alma o más perturbador para el crecimiento y progreso espiritual, que la mera teología- alta o baja- calvinista o arminiana. Es imposible que el alma progrese más allá de los límites del sistema al cual está ligado. Si se me enseña considerar los “Cinco Puntos” como “la fe de los elegidos de Dios”, no pensaré en mirar más allá de eso,  y un glorioso campo de verdades celestiales estará cerrado a mi alma. Estaré atrofiado, estrecho, desequilibrado; pero no solo eso, sino estaré en peligro de llegar a ese duro y estéril estado del alma que resulta de ocuparse con meros puntos doctrinales en vez de estar ocupado con Cristo.

 

Un discípulo de la escuela de alta doctrina no oirá el evangelio universal—del amor de Dios por el mundo—las buenas nuevas para toda criatura bajo el cielo. Solo ha recibido un evangelio para los escogidos. Por otra parte, un discípulo de la escuela baja o arminiana no oirá de la eterna seguridad del pueblo de Dios. Su salvación depende en parte de Cristo y en parte de ellos mismos. De acuerdo con este sistema, el canto de los redimidos debería ser cambiado. En lugar de “Digno es el Cordero”, deberíamos agregar “y dignos somos nosotros.” Podemos ser salvos hoy y estar perdidos mañana. Todo esto deshonra a Dios y roba al cristiano de toda verdadera paz.

 

           C.H. Mackintosh, “One Sided Theology” (Teología Desequilibrada). The Mackintosh Treasury.